Entre los redactores de EsPoesía se dan muchas discusiones estéticas sobre poesía y arte. Un amigo de la redacción de esta web se apellida Guerra, por parte de padre, y Amor, por parte de madre.
«Ojalá fueras poeta», dijo un redactor de EsPoesía a este A. Guerra Amor. Ya hubo un título de literatura universal llamado Guerra y paz, pero un sintagma tan antitético nunca pudo nombrar al autor. Y hay que decir que la combinación de Tolstoi es mucho más simplona que la que concibieron los padres de nuestro amigo. Porque mientras la paz se opone completamente, el Amor sugiere alguna coincidencia con la Guerra. Y eso lo demuestra la poesía.
Todos estamos de acuerdo en que para amar la vida hay que luchar contra la muerte, son dos movimientos simultáneos en un mismo acto de vivir. Suena poético pero es nuestro día a día, tal vez en la rutina haya más poesía de la esperada.
Dijo a alguien una frase que todos repetimos, normalmente, en el peor momento posible: en el amor y en la guerra todo vale. Uno se pregunta por qué narices se ha establecido la ley del libre mercado justo en esos dos aspectos de la vida tan lejanos. Pero un poeta sabe que tanto en la guerra como en el amor siempre hay mucho que perder: en la primera, el pescuezo; en la segunda, el corazón.
Por eso urge decir «todo vale», y quien no haya visto lo que hace un amante por que triunfe su amor, que mire lo que hace un soldado en el frente. Es una comparación acertada que no se le escapó a los trovadores del siglo XII: que se consideraban vasallos de su amada, fieles al servicio, sometidos como el guerrero a su señor. Y es que el amante ha de luchar cada día por una mirada, por una buena obra, por un final feliz.
En la guerra, el enemigo tiende a ser extranjero; en el amor, el enemigo suele ser uno mismo. Y si no, que se lo pregunten a Dante. Aquel poeta italiano que escribió su vida ligada a la de su amada. Escribió su Vida nueva sobre Beatriz, para acabar descubriendo en su Comedia, que ella solo señalaba el camino. Cuántas luchas, contra la incertidumbre, contra los celos, contra la indiferencia. Cuántos debates en el fuero interno.
Otro poeta italiano nos lo recuerda: «pace non trovo en non ho da far guerra», no encuentro la paz y nada con que hacer la guerra. Esto dice Petrarca cuando se ve acorralado por el sentimiento, cuando los ojos de su amada le han impregnado de ese veneno llamado amor: quiere rebelarse, pero no puede, quiere olvidarse y estar en paz, pero tampoco puede. A veces el amor es una guerra desigual, porque Eros es un dios y nosotros solo poetas. No hay vuelta atrás cuando se dispara la flecha.
Garcilaso, era poeta y guerrero, murió durante un asedio; y célebres son sus versos de enamorado. Lope de Vega, mujeriego y después sacerdote, y después mujeriego, otra vez. Hombre querido por todo Madrid que inundó las calles el día de su funeral: tan amado y nadie pudo resolver aquel dilema, aquella guerra interna que bien se muestra en su poema «Desmayarse, atreverse», como en su vida.
Por eso este joven médico llamado A. Guerra Amor, que ese es su oficio: el de sanar los cuerpos, debería dedicarse al noble arte de la poesía, que sana las almas. Un nombre que es poesía, pues la poesía lo encarna.